El repique de la lluvia contra la ventana lo mantenía despierto; y aunque prefería ver como las gotas chocaban y resbalaban en el vidrio era muy perezoso como para voltearse y mirar hacia la ventana que daba al jardín… Una pequeña cinta de -Mother Goose- había sido su fiel acompañante desde que había regresado de aquel escenario, y esta ya llevaba una hora trabada en el mismo relato:
Mother, she killed me.
Father, he ate me.
Sister gathered all my bones in some cloth to keep me close.
And bury me under the Pine Tree.
Aunque hiciera un buen clima para arreglarse, espolvorearse y salir a un lugar más calido a pasarla bien, curiosamente gozaba de estar enclaustrado en el ático, de la fría y solitaria casa, penando por el pseudo luto que se había impuesto. Le parecía lo más razonable para todos.
Al menos así simularía un poco.
Al menos así todos pensarían que el también estaba afectado y dejarían de consolarlo; de aliviarlo con frases calidas y vacías, de abrazarlo de manera forzada y sofocante y de regalarle ramilletes negros.
Después de todo, a él también debería de dolerle ¿No?
Si bien era el menos afectado de los cuatro; el funeral de horas atrás había significado para él tan poco, como la sombra que se escurría a través de la trampilla por cuarta vez.
“es una cucaracha” se decía aborrecido “Una cucaracha peluda, de cuatro patas y con cola”
Por quinta vez su cucaracha paso como un rayo por el hueco de su trampilla; escapándose axial del ojo gris que la espiaba sin ánimos.
Cuatro patas pronto se volvieron seis, para finalmente convertirse en dos que se escucharon desde la entrada. Su cuerpo, aun más adormecido que él, le obligo a levantarse y forzosamente lo arrastraba para ver quien se paseaba por ahí.
El teléfono volvió a sonar
¿Qué no se había dormido aún?
Quería cerrar los ojos de una buena vez, entrar a un paradisíaco sueño y alejarse de todo ese aburrimiento, de la melancolía ajena y de las continuas llamadas de Ethan para que salieran a hablar un rato.
¿Hablar? Hablar de que, si no había nada de que hablar.
“Solo cerro los ojos” recordó haber dicho “No es gran cosa”
Asomo la cabeza por la trampilla para ver por el oscuro pasillo; ahora ni su cucaracha daba rastro.
Un trueno retumbo e hizo que todo vibrara, tampoco pareció importarle.
“¿Ethan?” llamo con un bostezo.
“¿Adam?” esta vez, aunque no lo quisiera, proyecto bien la voz. Aunque fue inútil.
“¿...Abuelo?” Dio un último intento; aunque estaba seguro de que este mencionado no iba a aparecer.
Si no había dado la cara cuando su madre había muerto; mucho menos se iba a aparecer cuando la nueva también había expirado. A este paso no lo vería en otros diez años más, y eso para Argentine estaba bien.
Emitió un pequeño gruñido auto regañándose; pues su cuerpo había actuado sin permiso y lo había hecho perder tiempo. Cuando por fin se dispuso a volver a su pequeño espacio en donde tocaba la luz vio que este ya estaba ocupado: Por una pequeña bola blanca, la cual creía y se encogía continuamente. Vio las dos orejas alzarse y el dúo de ojos esmeralda voltear a verle.
Casi estaba seguro de haber visto al gato sonreír; y, se debía estar volviendo loco, pues la manera en que este se desperezaba era entre seductora y despreocupada.
bSu miau retumbo no solo en el ático sino en toda la caza; y casi en el acto la trampilla que daba a su escondite se abrió.
La melena rubia se agito quitándose los polvos de encima y maldijo a las telas de araña que lo habían ensuciado. Levanto la mirada se encontró con el joven de ojos grises que no había tenido modales en recibirlo; y claro, con la gata Lilith. O al menos así estaba escrito el nombre en su correa.
miércoles, 21 de enero de 2009
What breaks Routine.
“La lluvia tiene un vago secreto a ternura” Apago el televisor y la frase murio alli. Se apresuro a tomar las llaves y correr hasta la puerta; ya estaba tarde.
“No debes confiarte en tus costumbres” parafraseo con una voz chillona imitando a Marianne; tal y como ella lo hubiera hecho si hubiese estado alli. ¿Pero que más podia hacer alguien que se despierta a las 6 de la tarde y va a la cama a las 4 de mañana?
Siempre le parecieron inútiles los despertadores.
Pateo la puerta con apuro que casi le dio tiempo para reaccionar y atraparlo en sus brazos.
Estaba empapado y apestaba a alcohol y tristeza.
Como un cachorro abandonado.
Tuvo que pensarlo dos veces, pues era capaz de echarlo a un lado de la puerta para seguir su camino; pero termino por convencerlo cuando Argentine balbuceo torpemente “Seto”
El pelinegro sonrio casi con pena “pequeña putita” gruño y lo arrastro hacia el sofa, donde lo arrojo sin cuidado alguno. La verdad esperaba que el golpe lo despertara, pero Argentine seguia tan tieso como un tronco.
Miro nuevamente el reloj, y apreto los dientes con rabia: Definitivamente ya estaba tarde, y su ‘día’ estaba completamente arruinado; lo peor de todo es que le tocaria desvelarse esperando que Argentine despertara.
Seth lo miro con melancolia para despues limpiarle el rostro de los mechones y las gotas de agua que estorbaban. Realmente parecia un pobre animal abandonado a su suerte.
“¿Realmente vale la pena?” le pregunto sabiendo que Argentine no responderia, no es que le interesase; Si Argentine llegaba a suicidarse por culpa de una escoria como Rosefield le valia muy poco, aunque muy pero muy en el fondo, si le doleria. O almenos podria disimularlo de la mejor manera: Ya se habia acostumbrado al caprichoso rubio.
Suspiro rendido y se hecho al suelo.
El trueno junto con los relámpagos hicieron que todo en la casa y su alrededor retumbaran como un terremoto. Pero a Seth parecia no importarle. Le gustaban las tormentas, siempre eran interesantes. Y golpe de la lluvia contra las ventanas le traia un aire de relajación indiscutible; casi, como cuando Marianne les cantaba…
“Arshes” le escucho balbucear con miedo y pena, lo vio revolcarse y torcer en muecas de pena.
Volvio a acariciarle la caeza y termino por atraerlo hacia el. Calentandolo con su cuerpo y dando un largo y aborrecido suspiro, el cual se desemboco en la nuca del ojigris, lo cual le hizo despertar.
“¿Arshes?”
“ya quisieras”
Se asusto por tener al joven japones tan cerca; pero por otra parte le agradaba el calor que su cuerpo emitia, y su perfume… era tan exquisito como el de quien queria olvidarse.
“Seth”
“Seto”
“No te gusta que te llamen asi”
“Me llamaste Seto cuando viniste a parar aca, asi que llamame asi”
“Seto… Seth” corriogio Argentine mordiendose la lengua; era una costumbre “Tocame”
“No”
“¡Besme!”
“Sabes que no hare eso; no me importa cuan desesperado estes. No me atrevere a tocarte” le palpando sus mejillas con la yema de los dedos y calentando con las manos por debajo de la camisa.
“¡Entonces matalo! Pon le fin a mi sufriemiento; eso si puedes ahcer. Te pagare, y no sera por mi. Sera un negocio más. Eres bueno en eso, ¡asi que matalo!”
El pelinegro río y se aguanto las ganas golpearlo hasta dejarlo inconciente nuevamente. En su defecto mordio el cuello para mandarlo a callar, y cuando sintio las afiladas uñas clavarse en su espalda le susurro de manera seria y fria al oido.
“Si lo mato sera caro. Si lo mato, no podras contigo mismo y no atreverias a mirarme a la cara. Terminarias matandote para ir junto a el. Porque lo amas Argentine. Tu lo amas, pedazo de estupido.”
“No debes confiarte en tus costumbres” parafraseo con una voz chillona imitando a Marianne; tal y como ella lo hubiera hecho si hubiese estado alli. ¿Pero que más podia hacer alguien que se despierta a las 6 de la tarde y va a la cama a las 4 de mañana?
Siempre le parecieron inútiles los despertadores.
Pateo la puerta con apuro que casi le dio tiempo para reaccionar y atraparlo en sus brazos.
Estaba empapado y apestaba a alcohol y tristeza.
Como un cachorro abandonado.
Tuvo que pensarlo dos veces, pues era capaz de echarlo a un lado de la puerta para seguir su camino; pero termino por convencerlo cuando Argentine balbuceo torpemente “Seto”
El pelinegro sonrio casi con pena “pequeña putita” gruño y lo arrastro hacia el sofa, donde lo arrojo sin cuidado alguno. La verdad esperaba que el golpe lo despertara, pero Argentine seguia tan tieso como un tronco.
Miro nuevamente el reloj, y apreto los dientes con rabia: Definitivamente ya estaba tarde, y su ‘día’ estaba completamente arruinado; lo peor de todo es que le tocaria desvelarse esperando que Argentine despertara.
Seth lo miro con melancolia para despues limpiarle el rostro de los mechones y las gotas de agua que estorbaban. Realmente parecia un pobre animal abandonado a su suerte.
“¿Realmente vale la pena?” le pregunto sabiendo que Argentine no responderia, no es que le interesase; Si Argentine llegaba a suicidarse por culpa de una escoria como Rosefield le valia muy poco, aunque muy pero muy en el fondo, si le doleria. O almenos podria disimularlo de la mejor manera: Ya se habia acostumbrado al caprichoso rubio.
Suspiro rendido y se hecho al suelo.
El trueno junto con los relámpagos hicieron que todo en la casa y su alrededor retumbaran como un terremoto. Pero a Seth parecia no importarle. Le gustaban las tormentas, siempre eran interesantes. Y golpe de la lluvia contra las ventanas le traia un aire de relajación indiscutible; casi, como cuando Marianne les cantaba…
“Arshes” le escucho balbucear con miedo y pena, lo vio revolcarse y torcer en muecas de pena.
Volvio a acariciarle la caeza y termino por atraerlo hacia el. Calentandolo con su cuerpo y dando un largo y aborrecido suspiro, el cual se desemboco en la nuca del ojigris, lo cual le hizo despertar.
“¿Arshes?”
“ya quisieras”
Se asusto por tener al joven japones tan cerca; pero por otra parte le agradaba el calor que su cuerpo emitia, y su perfume… era tan exquisito como el de quien queria olvidarse.
“Seth”
“Seto”
“No te gusta que te llamen asi”
“Me llamaste Seto cuando viniste a parar aca, asi que llamame asi”
“Seto… Seth” corriogio Argentine mordiendose la lengua; era una costumbre “Tocame”
“No”
“¡Besme!”
“Sabes que no hare eso; no me importa cuan desesperado estes. No me atrevere a tocarte” le palpando sus mejillas con la yema de los dedos y calentando con las manos por debajo de la camisa.
“¡Entonces matalo! Pon le fin a mi sufriemiento; eso si puedes ahcer. Te pagare, y no sera por mi. Sera un negocio más. Eres bueno en eso, ¡asi que matalo!”
El pelinegro río y se aguanto las ganas golpearlo hasta dejarlo inconciente nuevamente. En su defecto mordio el cuello para mandarlo a callar, y cuando sintio las afiladas uñas clavarse en su espalda le susurro de manera seria y fria al oido.
“Si lo mato sera caro. Si lo mato, no podras contigo mismo y no atreverias a mirarme a la cara. Terminarias matandote para ir junto a el. Porque lo amas Argentine. Tu lo amas, pedazo de estupido.”
Red Apple.
Cayendo siempre en el dulce pecado
<Celos>
Soportaba verlo agarrado de la mano con una chica diferente a diario; le molestaba, pero podía soportarlo. Otra cosa era levantarse todas las mañanas y ver salir a una chica diferente de su habitación a diario: Con intentos de pijamas extremadamente cortos, y soñadoras sonrisas incrustadas en los labios
“Y mucho peor, con tu aroma impregnado en sus cuerpos”
Últimamente había notado una en especial. Argentine solía frecuentarla: Lo que significaba interés de su parte. Algo que nunca había visto hasta ahora.
Que molesto le resultaba.
Arshes no se tomaba la molestia en pensar el porque de todo esto, en primer lugar ni siquiera sabia que diablos hacía espiándolo.
Termino por seguirla, demasiado perdido en sus propios sentimientos como para considerase conciente. El asco hacia si mismo por dejarse afectar tanto, y la decepción.
A pesar de ser bastante atractiva, Arshes no la consideraba en lo más mínimo merecedora de su amigo.
Simplemente no era digna de él.
Hizo para alejarla, lo más bajo que había cruzado por su mente: La sedujo.
Finalmente, después de un corto tiempo esta dejo a Argentine, el cual se extraño por la situación. Era la primera vez que experimentaba el abandono departe de una de sus amantes, y sin duda era devastador.
El sentimiento se aplazo al ver unas cuantas veces a su ex con Arshes, pero al cabo de una semana no supo más de ella; la situación era que la mencionada se había atrevido a despreciar al ojigris, molestando en grande al rubio quien en forma poco ortodoxa quiso defender a su querido.
Se trataba de Argentine, sus decisiones eran inestables e imprescindibles. Era bastante humillante saber que solo por él perdía el control.
Arshes era enfermizamente celoso.
Lo tenia a su merced, recibiendo lo que tanto había deseado y prácticamente rogado por semanas.
¡Y no era capaz de sentirse a gusto con todo eso!
Lo tenía sobre él besándole el cuello, como si quisiera drenarle la vida por los labios.
Pero no se molestaba en responder ninguna de sus caricias, ni si quiera de mirarlo a los ojos o algo parecido. Simplemente no tenía interés por él aquel día, lo cual le parecía estupidamente imposible.
“Al menos gime” le escuchaba susurrarle al oído, le causo gracia. Argentine no pudo evitar estallar en carcajadas.
Obviamente eso molesto a Arshes, quien más colérico que de costumbre lo dejo a un lado como si fuera un trapo viejo y se marcho de la habitación maldiciendo.
¿Por qué se molestaba?
No era su culpa tener tanta pereza para el amor aquel lunes.
Siempre le había molestado que Argentine le obligara a -cuidar- lo que comiera; tenía la mentalidad de una chica sobre ese asunto, y era algo que detestaba.
Las dietas, lo sano, lo elegante… Le parecía increíble que la gente más rica y de alta sociedad fuera a restaurantes extremadamente caros a comer tres trocitos de animales que no sabían ni pronunciar y a beber licor añejo.
Por todo eso y porque simplemente le parecía extraño ver un comportamiento tan corriente en Argentine, fue que se quedo observando sin decir ni hacer nada como este saqueaba todo lo que había dentro del refrigerador y colapsaba el teléfono llamando a deliverys para vinieran lo mas pronto posible.
Por unos segundos, Arshes hizo la estupida comparación entre Argentine y los antojos de una mujer embarazada: Los de ella sonaban más coherentes…
Quedo atónito, y paso más de 5 minutos callado ante el acto que el ojigris había hecho; solo le vio alejarse y gritarle algo en francés que no había entendido para nada.
Había empezado con un simple juego.
Una guerra de insultos era con lo que solían matar el tiempo, todo iba bien; hasta que Arshes se le ocurrió meterse con lo único sagrado para Argentine.
Nota Mental: No volver a decirle a Argentine que es mal amante.
No lo vio venir, cuando por fin se dio cuenta ya se encontraba en el suelo con Argentine encima, tratando de arrebatarle de las manos su preciosa pintura de –El Carnaval del Arlequín- de Mirò
“¿¡Que piensas hacer con mi pintura!?”
“¿Qué crees? La voy a vender”
“¡Pero es mía! ¡mía! ¡mía! ¡mía!”
Se la arranco de los brazos y la sostuvo fuertemente contra él “¡No!”
“Tienes tanta basura que no te vendría mal deshacerte de ella”
“¿¡Basura!? ¡Es arte!” exclamo señalando las diferentes piezas que tenia desperdigadas por toda la sala “¡Si necesitas dinero solo pídemelo!”
Arshes suspiro y se cruzo de brazos; Argentine se asusto, pues lo miraba seriamente.
“A diferencia de las vacías muñecas con las que sales, a mi no me importa tu dinero”
Y dicho esto se marcho molesto, ahora no sabría con que pagar el supuesto viaje sorpresa en el cual irían a Venecia.
Argentine miro a su alrededor, tenia todo lo que un coleccionista podía pedir, todo incluso lo inútil.
Pero tanto era su apego que no se desharía de nada nunca, no importa cuan molesto Arshes estuviese con él… después de todo, uno es juzgado por lo que tiene.
Ira: Sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enojo. Estos sentimientos se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás y hacia uno mismo.
Arrojo el gran libro al suelo y se desmorono lentamente, como si se tratara de su último suspiro de vida.
“No puede ser…” murmuro llevándose las manos al rostro, sentía el calor agolparse en las mejillas y los ojos humedecerse de inmediato “¡No! ¡No! ¡No! ¡No!” golpeo con fuerza el piso y escondió su rostro entre sus rodillas, tratando de pensar calmadamente.
Era como si hubiera leído los síntomas de una enfermedad, y se la hubieran diagnosticado de por vida.
“Es mentira, no es verdad… no es verdad” sentía ira, cólera por no aceptar lo que sentía, por no entenderlo. Por no querer admitir lo que obviamente era verdad.
“Argentine”
La voz hizo que levantara la mirada asustado, pero al verlo su furia aumento más. Tanto así que le arrojo lo primero que encontro; pero Arshes lo esquivo, y este termino dando contra la puerta.
“¿Pasa algo?”
El ojigris hacia puños para no hablar, se mordía el labio inferior para que el dolor opacara la ira que tenia consigo mismo, ya no podía con todo esto.
“Argentine… ¿Qué pasa?” Ni el mismo Arshes supo de donde venia tanta comprensión
“… Me gustas…”
La conciencia y cordura morían armoniosamente por la excitación creciente, mostrada en cada caricia. Cayeron sobre la cama sin percatarse del tacto de las suaves sabanas, estaban tan consumidos por el libido y el calor que apenas sentían algo más que no fueran sus cuerpos.
Un pequeño gemido lastimero se desprendió de Argentine al ya no sentir los labios de Arshes sobre los suyos; este terminaba por susurrarle al oído, en tono poco audible pero que el ojigris pudo escuchar.
Deslizo lentamente la mano desde el cuello hasta el abdomen para meterla confiado bajo la fina y delicada camisa de Argentine, apreciando la suavidad de su piel y la provocativa textura.
El ojigris a su vez, se dejaba hacer. Estremeciéndose por el tacto de las hábiles manos; ocultando su nerviosismo y extraña timidez mordiéndose el labio inferior y clavando la mirada en su compañero.
Vio a Arshes acercarse a su pecho, primero escuchando el fuerte y enloquecedor palpitar del corazón, lo vio sonreír complacido. Cuantas ganas tenía de maldecirlo en aquel momento.
Arshes cerró los ojos y mordisqueo los pezones por encima de la ropa, provocando que se endurecieran por la caliente saliva que poco a poco empapaba la fina tela. Obviamente logro arrancarle un gemido de los labios de Argentine, quien se sonrojo de la excitación y vergüenza empuñando fuertemente las sabanas. Con un profundo jadeo, dejo caer su cabeza en el hombro del rubio y empezó a cubrirle el cuello con húmedos besos; para tímidamente intentar quitarse la camisa.
Arshes sonrió por el gracioso y a la vez tierno intento, paseaba una de sus manos en el vientre ahora desnudo, mientras la otra buscaba el pezón para seguir jugueteando.
Estrecho sus cuerpos aun más.
“Es increíble ver como te dejas hacer todo esto” murmuro riendo.
Argentine no respondió: Un silencio triunfal para Arshes, quien seguía haciéndolo gemir en su oído.
Bajo aun más la mano, introduciéndola tentadoramente por entre la ropa interior, notando la más que evidente erección del joven, quien tomo su mano con firmeza invitándole a tocarle ahogando un gemido ronco. Podría haberle dejado con la miel mojándole los labios, arrebatándole el instante de éxtasis y dejándole un sabor de vergonzosa decepción. Podría haber parado en aquel preciso momento, pues ya había conseguido lo que pretendía.
“Me dejo hacer todo esto y más solo porque eres tú quién me lo hace” Admitió Argentine con leves temblores de un placer extraño y masoquista.
Arshes dejo su pequeño lujurioso juego para mirarlo directamente a sus grises ojos, completamente avergonzado por lo que había acabado de hacer. Pues se había dado cuenta que Argentine lo necesitaba más allá de lo carnal.
Arshes despego la mirada del libro y la poso completamente extrañado sobre Argentine.
“¿Qué?”
“Responde” trato de animarlo buscando alguna respuesta “De que forma de suicidarías”
“¿Qué clase de pregunta es esa?” replico con gran tono de desagrado al arrojarle el libro; Argentine había sido noqueado por un gran volumen de –La Divina Comedia-
“Solo responde”
Arshes se cruzo los brazos y empezó a caminar alrededor de la sala, algo perturbado. Tal vez para molestar a Argentine o porque realmente meditaba sobre su futura respuesta, fuera cual fuera la razón ya estaba mareando al ojigris.
“Yo quisiera morir al mismo tiempo que mi amante” suspiro el joven ojeando el libro con el cual había sido atacado “Una muerte solitaria simplemente me parecería devastador”
Arshes se detuvo en seco y lo miro desafiante por unos instantes.
“¿Qué te hace pensar que a mi también me place morir contigo?”
“No has respondido”
“Morir junto a ti” bufo burlonamente volteando los ojos “¿acaso eso simbolizaría amor eterno? Pensé que eras más inteligente como para creerte ese tipo de patrañas. Deja de fantasear a lo Romeo y Julieta”
“…” Argentine se molesto por la manera insípida, seca y directa en que Arshes le había hablado.
¡Y sobretodo!
No había respondido su pregunta.
“Dije: quisiera morir junto a mi amante” hizo énfasis en la ultima frase “nunca dije que tú lo fueras” se cruzo de brazos fingiendo indiferencia “ni que fueras tan importante para mi”
Arshes lo miro con desagrado y se retiro, necesitaba aire y un lugar donde gritar.
Por su parte Argentine al menos ya sabría como matarlo, lo lanzaría desde la punta de su gran ego.
How to cheet up a broken heart.
Mantenían la mirada con angustia; más por parte de Adam que de Ethan.
Este último solo fingía para poder entender. Un gran suspiro inundo la habitación, y aunque el castaño no se inmuto en absoluto, volvió a asomar la cabeza por el hueco de la puerta.
“Ya llorara” empezó Adam, señalando como si fuera obvio “a algunos les afecta más tardíamente…”
Ethan por su parte difería, conocía muy bien a Argentine. Él no era de esos que se dejaba afectar tan fácilmente; y para él la muerte de Marianne no había significado nada.
Su atención volvió al rubio, quien en la habitación contigua jugaba con Lilith. Imitaba sus movimientos, rodaba por el suelo junto a ella e incluso copiaba sus gestos. Era como verse en un espejo; claro, si vieras reflejado a un gato en vez de a uno mismo.
La bola blanca salto hacia la mesita de noche y Argentine la siguió, quedando así frente a frente con la puerta. Esta se abrió, y aun en su trance felino quiso espiar para ver de quien se trataba.
La respuesta fue desagradable.
Lo vio entrar creyéndose dueño del recinto, y seguidamente se desplomo contra el sofá. Chasqueo los dedos y Lilita estuvo en su regazo ronroneando.
Argentine torció el gesto en disgusto. Le habían arruinado su juego.
Ninguno se percató que Ethan y Adam seguían observando.
Ethan Curioso y Adam con recelo. No solo era Argentine a quien le molestaba la presencia del nuevo inquilino. Creía saberlo todo, ¡y peor aun! Tocaba las cosas de Marianne como suyas.
Esto era lo que más le molestaba.
Por su parte, Argentine sentía repulsión sin razón. Generalmente no soportaba estar en la misma habitación que él por más de cinco minutos; Por eso era raro que siguiera ahí, mirándolo desde el suelo, como si estuviera apunto de atacarlo.
Y así lo hizo.
Se abalanzó sobre él como si fuese una fiera, como si fuese un gato.
Arshes contuvo la respiración un tanto turbado, además que Lilith en último momento salto fuera, rasguñándolo en la mejilla.
“Me das miedo ¿sabes?” comento sereno al tenerlo tan cerca. La mejilla estaba levemente manchada de sangre.
“Lo se” fue la simple respuesta que Argentine acompaño con una sonrisa; seguía curioseando con la mirada y manoseando con la punta de los dedos. Lo tocaba como a un trozo de comida extraña, para finalmente clavarse en su cuello y embriagarse con su aroma.
Si esto no era extraño sin duda era agradable.
“¿No deberías de estar por ahí lagrimeando?”
“¿te importa?”
“La verdad no”
La suspicaz sonrisa molesto a Argentine, deseaba fastidiarlo, pero parecía que Arshes lo disfrutaba.
Su repulsión casi aumento.
Escucharon el cascabel de Lilith cruzar el umbral de la puerta. Para ese entonces ya se encontraban tendidos en el suelo.
“¿Así que te pones autista cuando te deprimes?”
“La desesperación y el alcohol suelen sacar lo peor de uno; la depresión es solo un efecto secundario. Hay personas que beben por depresión; otras golpean, follan o lloran desconsoladamente”
“¿tu?”
“No estoy deprimido”
La noticia altero a Adam, y una gran rabia le embargo. Como Argentine dijo, los sentimientos podían sacar lo peor de uno. Mas Ethan lo detuvo antes de que este se atreviera a descargarse sobre Argentine, estaba más interesado en lo que fuera a pasar entre Arshes y Argentine que en la rabieta de Adam.
“¿tu?”
“No la conocí, entonces no tengo porque”
Se levanto desperezándose y tocándose levemente la mejilla manchada. El ojigris se inclino con intenciones de acercarse y la limpio con su legua… para después refugiarse entre sus brazos.
Arshes por fin lo entendió.
Al igual que Ethan; todos menos Adam, que moría de rabia por los actos del más joven del grupo.
Argentine no lloraba, no golpeaba, ni tiraba. Tampoco bebía {esto solo lo hacia por diversión} o tenia prospecto suicidas.
Él sustituía personas: Buscaba afecto, calor y amor.
Y Arshes había sido para él como la última coca-cola del desierto. Justo lo que necesitaba.
Si Bien Marianne nunca significo mucho para él, esta era una peculiar y perfecta excusa para bloquear lo que más dolía; la muerte de su madre. Y finalmente acercándosele.
Aunque le haya tenido recelo desde el momento en que llego.
Ethan entendía mejor que nadie.
Por otra parte Arshes se limitaba a abrazarlo, a estrecharlo entre sus brazos sin decir ni hacer nada.
Acariciando su cabello, suspirando profundamente.
Este último solo fingía para poder entender. Un gran suspiro inundo la habitación, y aunque el castaño no se inmuto en absoluto, volvió a asomar la cabeza por el hueco de la puerta.
“Ya llorara” empezó Adam, señalando como si fuera obvio “a algunos les afecta más tardíamente…”
Ethan por su parte difería, conocía muy bien a Argentine. Él no era de esos que se dejaba afectar tan fácilmente; y para él la muerte de Marianne no había significado nada.
Su atención volvió al rubio, quien en la habitación contigua jugaba con Lilith. Imitaba sus movimientos, rodaba por el suelo junto a ella e incluso copiaba sus gestos. Era como verse en un espejo; claro, si vieras reflejado a un gato en vez de a uno mismo.
La bola blanca salto hacia la mesita de noche y Argentine la siguió, quedando así frente a frente con la puerta. Esta se abrió, y aun en su trance felino quiso espiar para ver de quien se trataba.
La respuesta fue desagradable.
Lo vio entrar creyéndose dueño del recinto, y seguidamente se desplomo contra el sofá. Chasqueo los dedos y Lilita estuvo en su regazo ronroneando.
Argentine torció el gesto en disgusto. Le habían arruinado su juego.
Ninguno se percató que Ethan y Adam seguían observando.
Ethan Curioso y Adam con recelo. No solo era Argentine a quien le molestaba la presencia del nuevo inquilino. Creía saberlo todo, ¡y peor aun! Tocaba las cosas de Marianne como suyas.
Esto era lo que más le molestaba.
Por su parte, Argentine sentía repulsión sin razón. Generalmente no soportaba estar en la misma habitación que él por más de cinco minutos; Por eso era raro que siguiera ahí, mirándolo desde el suelo, como si estuviera apunto de atacarlo.
Y así lo hizo.
Se abalanzó sobre él como si fuese una fiera, como si fuese un gato.
Arshes contuvo la respiración un tanto turbado, además que Lilith en último momento salto fuera, rasguñándolo en la mejilla.
“Me das miedo ¿sabes?” comento sereno al tenerlo tan cerca. La mejilla estaba levemente manchada de sangre.
“Lo se” fue la simple respuesta que Argentine acompaño con una sonrisa; seguía curioseando con la mirada y manoseando con la punta de los dedos. Lo tocaba como a un trozo de comida extraña, para finalmente clavarse en su cuello y embriagarse con su aroma.
Si esto no era extraño sin duda era agradable.
“¿No deberías de estar por ahí lagrimeando?”
“¿te importa?”
“La verdad no”
La suspicaz sonrisa molesto a Argentine, deseaba fastidiarlo, pero parecía que Arshes lo disfrutaba.
Su repulsión casi aumento.
Escucharon el cascabel de Lilith cruzar el umbral de la puerta. Para ese entonces ya se encontraban tendidos en el suelo.
“¿Así que te pones autista cuando te deprimes?”
“La desesperación y el alcohol suelen sacar lo peor de uno; la depresión es solo un efecto secundario. Hay personas que beben por depresión; otras golpean, follan o lloran desconsoladamente”
“¿tu?”
“No estoy deprimido”
La noticia altero a Adam, y una gran rabia le embargo. Como Argentine dijo, los sentimientos podían sacar lo peor de uno. Mas Ethan lo detuvo antes de que este se atreviera a descargarse sobre Argentine, estaba más interesado en lo que fuera a pasar entre Arshes y Argentine que en la rabieta de Adam.
“¿tu?”
“No la conocí, entonces no tengo porque”
Se levanto desperezándose y tocándose levemente la mejilla manchada. El ojigris se inclino con intenciones de acercarse y la limpio con su legua… para después refugiarse entre sus brazos.
Arshes por fin lo entendió.
Al igual que Ethan; todos menos Adam, que moría de rabia por los actos del más joven del grupo.
Argentine no lloraba, no golpeaba, ni tiraba. Tampoco bebía {esto solo lo hacia por diversión} o tenia prospecto suicidas.
Él sustituía personas: Buscaba afecto, calor y amor.
Y Arshes había sido para él como la última coca-cola del desierto. Justo lo que necesitaba.
Si Bien Marianne nunca significo mucho para él, esta era una peculiar y perfecta excusa para bloquear lo que más dolía; la muerte de su madre. Y finalmente acercándosele.
Aunque le haya tenido recelo desde el momento en que llego.
Ethan entendía mejor que nadie.
Por otra parte Arshes se limitaba a abrazarlo, a estrecharlo entre sus brazos sin decir ni hacer nada.
Acariciando su cabello, suspirando profundamente.
jueves, 8 de enero de 2009
Photofobia.
¿Se han preguntado porque Matt usa googles?
La escalera se sacudió con un estornudo; y Mello cayó en seco contra el suelo. Con la nieve escurriéndosele por la ropa y el rostro completamente colorado.
“¡Matt!”
“Lo siento…”
El susodicho se limpiaba la nariz con la manga mientras lo veía enredarse aún más con las luces navideñas.
“¡Maldita nieve! ¡Maldito árbol! ¡Maldita Navidad!”
Levanto la mirada; ni siquiera iban por la mitad…
Ya todos habían entrado; calientes y esponjaditos alrededor de la chimenea de seguro. Mientras él y Matt seguían fuera adornando el árbol como castigo.
-Que absurdo para las vísperas- pensó el pelirrojo al encender un cigarrillo para calentarse.
“Listo~” canturreo entre alegre y amargado el rubio al conectar el cable; las luces se prendieron en hilera como si el árbol estuviera en llamas.
“¡Mierda, Mel!” gruño Matt llevándose las manos al rostro; los colores aun titilaban dentro de sus parpados. Para no pensar que se le habían quemado las retinas.
Tenía ojos sensibles.
“Estamos a mano” bromeo Mello arrastrándolo al interior de la casa; tomado de la mano para que no se perdiera: Pues aun no veía nada.
***
La mañana siguiente despertó con un golpe en la cabeza; “¡Matt!” su bota roja le habia caído encima, y dentro de esta habían un par de gruesos googles naranjas.
Supuso quien habia sido.
Mello empezó a pasearse a su alrededor; molesto y ansioso de que se los probase. Agitando su barra de chocolate recién abierta y presumiendo que se habia robado toda la caja que tocaba para el día. Tratando de parecer indiferente; pero los nervios le ganaron.
“Feliz Navidad” murmuro avergonzado al ver que el pelirrojo no hacia ni decía nada:
-No le gusto- pensó rabioso.
Matt siguió viendo el par de googles como si estos fueran a explotar; y después a Mello, que en su desesperación habia alcanzado el marco de la puerta.
Y sobre este, un muerdago.
Se apresuro antes de que el rubio saliera; haciendo un drama como de costumbre, y antes de que Mello pudiese separar los labios y gritarle indignado de que no le gustase su regalo, Matt se le adelanto y los sello con los suyos:
Un corto y tibio beso.
“Yo también, Mel” rió estupidamente al separarse y sonreírle.
“¡¿Yo también qué?!” exigió saber; Odiaba cuando Matt lo confundía.
Y como buen perro respondió: “Yo también te quiero”
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