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jueves, 16 de abril de 2009

Coincidencia.



Le gustaba más la ciudad cuando esta se atestaba de nubarrones negros y asustaba a gente con truenos y relámpagos.

Porque era costumbre, desde el momento en que pisara fuera de donde quiera que este, caería la primera gota. Y eso era lo que más le fascinaba:
Ser víctima de la madre naturaliza durante los días deprimentes.
Cuando no escampa y las gotas son suaves y gordas, pesadas y frías. Mancilladas de smog y burguesía; ínfimamente incomparables con las del campo. Que son delgadas y duelen como agujas; que hacen que te enmugres en lodo y enciende el aroma a humedad.


Por eso cuando salía al campo iba armado con un paraguas: siempre llovía. Lo pronosticasen o no.
Apenas pisase territorio mundano todos voltearían a verle, sabiendo que traía malas noticias, y probablemente maldiciéndolo; o al menos eso era lo que siempre le decía la chica de coletas que lo acompañaba exclusivamente para esos encargos y de la que nada sabía.
"Saben a que vienes..." Era lo que siempre repetía al bajarse del vehículo y arreglarse su arruinado vestido.

Tal vez por eso también amaba la ciudad.
Porque nadie era supersticioso ni mundano y nadie creía en nada. En donde los fantasmas no los visitaban por las o hablaban por los gatos; ni donde te sacaban a patadas simplemente por tener el cabello tan rojo como el fuego o te llaman el hijo del demonio.


Una gran y espesa gota caliente cayó entre sus ojos; y estos se abrieron con asco.
"Sabes, eso no es nada femenino" gruño restregándose el rostro con cierta impaciencia "Ni para que decir asqueroso..."
La fémina simplemente estalló en carcajadas y empezó a llamarlo melódicamente: "Llegaremos tarde~ ¡Vamos Nikholas!" repitió una vez más al tomarlo del brazo y tirar de él "Llegaremos tarde"

En cuanto a él; lo único que le importaba era que había sido atacado por el escupitajo más grande de su vida... le importaba un cuerno si llegaban tarde o no.

miércoles, 15 de abril de 2009

Nostalgia.


Es el lugar al que todos anhelan volver al menos una vez en su vida.
En donde el tiempo se ha detenido y nada ha cambiado.
Donde siempre te esperan con los brazos abiertos y una sonrisa; Donde siempre serás el primero y el mejor.

Donde desayunan delicias y la sopa te calienta el alma.
Perfecto para tirarse al pasto después de una limonada y dejar que las hormigas se te trepen en fila hasta la comisura de tu boca, para espantarlas con una sonrisa y mentirles con que el suelo se esta abriendo.
Donde tu primer amor será siempre el verdadero y la noche se convierte en carnaval.
El lugar perfecto para escuchar, al viejo abuelo sus rimas citar para dejar el corazón expuesto, y empezar a llorar.

Donde te recordaran siempre un héroe y cual niño volverás a soñar.

Ese lugar al que todos nos encanta llamar hogar.

sábado, 4 de abril de 2009

Modestia.


7 mueren en incendio

No es que haya empezado mal el día, pero esto simplemente lo empeoraba.

Tampoco es que le molestara tomar el micro, después de todo se consideraba una persona humilde… alguien no con el suficiente presupuesto para costearse esos lujos innecesarios, pero si con la vitalidad para recorrerse la ciudad a pie si así le apetecía.

La siguiente noticia estampada en su rostro colmo su humor; cosa que no hubiese pasado si el conductor no hubiese ejecutado esa maniobra suicida que agitó a la gigantesca ballena metálica y provocó que chocase contra el hombre de negocios que leía atento el periódico frente suyo:

Y las personalidades famosas no se salvan de este tipo de escándalos.

Actrices, deportistas, cantantes y hasta políticos han tenido grandes líos por no hacer sus pagos como deben, o simplemente por no pagar…

Cómo odiaba que se lo restregasen en cara; especialmente de forma literal.

No era su culpa que sus excéntricos y bonachones jefes siempre le asignaran casos sin importancia, como el de una panadería o una tienda de electrodomésticos… un salto suicida o un robo en un oscuro callejón.

Como cualquier humano, estaba harto de la misma rutina. No era fanático del exhibicionismo y el escándalo; pero amaba resaltar. Era por eso, que aunque el trabajo fuese mínimo siempre lo realizaba a la perfección: Determinando, recaudando y controlando los tributos internos; Esperando pacientemente a que el momento llegara, y que la luz por fin apareciese.

Se bajo en la siguiente parada, maldiciendo entre dientes a la bestia del volante y tarareando la canción de esa mañana.

Entrando al Café y pidiendo el mismo desayuno de siempre.

jueves, 26 de marzo de 2009

Minimalista.

Su reducido departamento nunca le dio el privilegio de albergar uno.

En una esquina estaba la cama, la otra daba al baño; un pequeño comedor con ventana ocupaba la tercera y la puerta era la única vía de salida.

También le hubiese gustado un pequeño balcón para deleitarse de la ciudad por la mañana a la par con su café. Pero sabía que no habría tiempo y ese momento nunca llegaría; que nunca podría ver la niebla esfumarse con el pasar de la gente, o arrojar accidentalmente retazos de comida a todo quien que se atreviera a insultarlo y agitar su puño en el aire con malicia: gajes del oficio.

¡Su refrigerador era incluso más basto que su habitación!

Y también lo usaba como mesita de noche, junto a su cama. Guardaba los libros en la planta baja junto a los vegetales para mantenerlos frescos. Una almohada que soportaba sus mordidas por cada reprimenda, y tres litros de Coca-cola para ahogar las penas.

En su armario vivía un gato, que se colaba a la hora del desayuno y dormía entre la ropa sucia hasta la del almuerzo: Regresaba a casa para la cena.

Tal vez debería pedirse un aumento en cualquiera de los dos trabajos o exigirse una mejor vivienda. También podría mudarse con quien siempre se lo había propuesto, pero sería complicado: Seguiría queriendo su piano.

Y no porque fuese un apasionado por la música o un simple melómano, no.

Simplemente porque asi tendría espacio para el televisor, o una buena mesa de trabajo. Asi no tendría que quedarse hasta altas horas de la noche en el pequeño Café, peleando con su dueño por lo desorganizado de su cubículo y su vejestorio de computador.

lunes, 9 de marzo de 2009

Cold Shower

Fandom:: Shugo Chara!
Claim
:: KuukaixTadase
Palabras
:: 155
Warning
:: Shonen-ai
Summary
:: Un baño de agua fría lo resuelve todo.

Cold Shower
Era atrevido, excitante y sagaz.
Elevaba su adrenalina tanto como un buen partido de fútbol; solo que esta vez la victoria no seria grupal. Si no enteramente suya.
Y eso, era lo que más le atraía.

Asomo la cabeza para espiar, y lo encontró con la boca abierta, divirtiéndose al atrapar las pequeñas e insaboras gotas de agua.


Irrumpió en él tan rápido como un parpadeo; y las gotas cesaron de caer. Todas ellas se habían agolpado en una gran masa húmeda, que ahora empujaba su lengua.
Con sus ojos carmín bien abiertos y el aire amenazando con estallarle los pulmones, la imagen de Kuukai, junto cada textura percibida fue registrada en retina y cuerpo.

Apenas escucharon el forcejeo de la puerta la intrusión y el manoseo cesó.
Huyendo ante él tan rápido como había aparecido.
Dejando al pequeño rey excitado y con vergüenza: Tan caliente que ni siquiera el agua helada ahogándolo podía aliviarlo.

Kiss the Prince.

Warning:: No apto para Diabeticos || Shonen-ai
Fandom:: Shugo Chara
Claim:: KuukaixTadasexAmu {?}
Palabras:: 885
Summary:: No era su culpa que la competencia corriese por sus venas.
Después de todo, era el menor de 5 hermanos; estaba acostumbrado:
Bajo esa excusa; y debido a su arrogancia aceptó el reto y decidió competir contra el valiente corazón de la pequeña pelirrosa.

Kiss the Prince

"¡DECIDIDO!"
Aquello que había atormentado a Amu Hinamori por semanas estaba llegando a su fin. Y con un golpe triunfal sobre la mesa, despertó a Yaya e hizo que Kukai perdiera la coordinación sobre el balón.
"¿Quéw esta decididouh~?" balbuceo la menor del grupo con saliva somnolienta; pero termino por despertar al ver la mirada ámbar de Amu brillando al horizonte: Tenía un plan entre manos.
"Lo he decidido" repitió entusiasta; y aprovechando que ni el Rey ni la Reina estaban presentes, develo su magnifico plan ante aquellos presentes: "¡Besare a Tadase antes de que se termine el periodo escolar!" Faltando apenas un mes y medio para que eso suceda; Amu tenía todas las de perder. En especial, por lo que estaba a punto de suceder:
"¿enserio?"
Asintió eufórica con una sonrisa de victoria plasmada en los labios "¡enserio!"
"¿Realmente piensas hacerlo?" suspiro Kukai en tono bromista y algo pesimista; adornado con una risilla al final. Sus ojos brillaron en una idea que solo se realizaría si tiraba de la cuerda…
"¿enserio, enserio? Recuerda que cuando te le confesaste te rechazo al instante ¿por qué habría de ser diferente esta vez?"
Amu abrió sus ojos de par en par, y algo aterrorizada miro al pelirrojo que seguía ante ella con su amable sonrisa; la cual disimulaba incertidumbre.
"¡Enserio!" le grito a todo pulmón "¡Lo besare!"
Era un hecho.
"¿Quieres apostar?"
"¡Sí!" grito sin pensar.
"Quien lo bese primero gana; y el perdedor, se mantendrá alejado por un mes"
"¡Sí!" Se había dejado llevar nuevamente, a lo que respondió de igual manera que la última vez. Cayendo en cuenta cuando ya era demasiado tarde.
"… ¡No espera!"
"Entonces es un trato; y Yaya esta de testigo~"
Sin más que hacer o decir, tomo su patineta y salio del Jardín Real. Con una sonrisa de oreja a oreja y una emoción inigualable.
"¡Pe-Pero Kuukai!" cuando lo llamo, este ya se encontraba lejos y al buscar ayuda en su amiga de coletas la encontró dormida, aún, sobre la mesa.

Simplemente quería echarse a llorar.


Habían pasado siquiera, dos semanas desde el trato arreglado.
Y ninguno de los dos había hecho algo.
Ya pronto empezaría la tercera, y se le estaba acabando el tiempo. Después de una larga ducha, decidió explotar sobre su cama:
"¿Pero por qué?" ahogo un grito sobre su almohada y termino por morderla.
La curiosidad y la intriga seguían carcomiéndola: ¿Por qué Kuukai Souma apostaría algo asi?
¿Estaría dentro de sus cabales cuando lo había dicho?
Parecía muy decidido.
¿Acaso gustaría de su príncipe?
Sacudió la cabeza desechando todo pensamiento; aquello último era ilógico.

Rodó nuevamente sobre el colchón preocupando asi a sus Charas. Pero antes de que alguna interfiera en su monologo mental, la ventana fue tocada, y la lánguida figura de Ikuto Tsukiyomi se veía tras ella…

***
Parecía disgustado, pero más que todo desilusionado.
Pensó que todo esto seria un reto alado de ella; que no dejaría a su príncipe ni un segundo solo, a su merced. Pero resulto ser todo lo contrario, y eso no era divertido para Kuukai.
¿Dónde estaba la emoción y la adrenalina?
¿De qué servía ganar si ni siquiera había competido?
Termino por morderse el dedo rabioso.
"¿Pasa algo Souma?"


La voz e Tadase lo distrajo, y cuando volteo a verlo, lo encontró a su lado con esa carita de angel que tanto lo identificaba. No pudo evitar sonreírse y negar con la cabeza.
"No es nada"
"¿Seguro?"
"¿De cuando aca el rey se preocupa por el bien de sus súbditos?"
"Pues…" No pudo advertir el carmín del que sus mejillas se adueñaron y la simple pregunta lo había intimidado bastante "Me preocupas" finalmente pronuncio con aire cortado "Ya solo quedan, dos semanas para tu graduación y…" sus ojos, del mismo color de su rostro, rodaron para perderlo de vista y poder continuar "Te siento distante. Te has alejado de mi en este último periodo, ¡y no quiero que todo termine asi!"
Terminar; una palabra difícil de decir.

Había olvidado por completo el tema de la graduación; pronto dejaría de ser parte de aquel mundo, y crecería. Dejaría su puesto en la familia real y no lo vería más… al menos no tanto como ahora.
¡Y se quejaba de que Hinamori no le había dado digna batalla cuando había algo más precioso en riesgo!
"Rey…"
"¡N-No me llames asi!"
Era la primera vez que lo veía responder de tal maneta; la primera vez que negaba su tan apreciado título.
"Tadase" compuso con una sonrisa de confianza, antes de pasar sus dedos por la rubia cabellera y atraerlo hacía él con algo de fuerza.
¿Qué sabía él del amor y de cómo tratar gente? Solo era bueno para los deportes "Tadase"
El susodicho desvió su mirada huyendo del pelirrojo; escondiendo su ardiente rostro en el pecho de este: Olía a sudor y a ese dulce perfume tan característico.
Nunca fue fácil resistírsele: Especialmente teniéndolo tan cerca como ahora:
Estaba a su merced.

Kuukai tomo ventaja.
Tadase se dejó hacer.

En menos de un minuto sus respiraciones se pausaron; los labios colapsaron el uno sobre el otro en un beso que duro más de lo que ambos habían imaginado.

El pequeño príncipe volvió a esconderse en sus brazos, hambriento de más; mientras Kuukai victorioso besaba su coronilla, cantando "Gane"

jueves, 8 de enero de 2009

Photofobia.

¿Se han preguntado porque Matt usa googles?

La escalera se sacudió con un estornudo; y Mello cayó en seco contra el suelo. Con la nieve escurriéndosele por la ropa y el rostro completamente colorado.
“¡Matt!”
“Lo siento…”
El susodicho se limpiaba la nariz con la manga mientras lo veía enredarse aún más con las luces navideñas.
“¡Maldita nieve! ¡Maldito árbol! ¡Maldita Navidad!”
Levanto la mirada; ni siquiera iban por la mitad…


Ya todos habían entrado; calientes y esponjaditos alrededor de la chimenea de seguro. Mientras él y Matt seguían fuera adornando el árbol como castigo.
-Que absurdo para las vísperas- pensó el pelirrojo al encender un cigarrillo para calentarse.
“Listo~” canturreo entre alegre y amargado el rubio al conectar el cable; las luces se prendieron en hilera como si el árbol estuviera en llamas.
“¡Mierda, Mel!” gruño Matt llevándose las manos al rostro; los colores aun titilaban dentro de sus parpados. Para no pensar que se le habían quemado las retinas.
Tenía ojos sensibles.
“Estamos a mano” bromeo Mello arrastrándolo al interior de la casa; tomado de la mano para que no se perdiera: Pues aun no veía nada.

***

La mañana siguiente despertó con un golpe en la cabeza; “¡Matt!” su bota roja le habia caído encima, y dentro de esta habían un par de gruesos googles naranjas.
Supuso quien habia sido.
Mello empezó a pasearse a su alrededor; molesto y ansioso de que se los probase. Agitando su barra de chocolate recién abierta y presumiendo que se habia robado toda la caja que tocaba para el día. Tratando de parecer indiferente; pero los nervios le ganaron.
“Feliz Navidad” murmuro avergonzado al ver que el pelirrojo no hacia ni decía nada:
-No le gusto- pensó rabioso.

Matt siguió viendo el par de googles como si estos fueran a explotar; y después a Mello, que en su desesperación habia alcanzado el marco de la puerta.
Y sobre este, un muerdago.
Se apresuro antes de que el rubio saliera; haciendo un drama como de costumbre, y antes de que Mello pudiese separar los labios y gritarle indignado de que no le gustase su regalo, Matt se le adelanto y los sello con los suyos:
Un corto y tibio beso.
“Yo también, Mel” rió estupidamente al separarse y sonreírle.
“¡¿Yo también qué?!” exigió saber; Odiaba cuando Matt lo confundía.

Y como buen perro respondió: “Yo también te quiero”