“7 mueren en incendio”
No es que haya empezado mal el día, pero esto simplemente lo empeoraba.
Tampoco es que le molestara tomar el micro, después de todo se consideraba una persona humilde… alguien no con el suficiente presupuesto para costearse esos lujos innecesarios, pero si con la vitalidad para recorrerse la ciudad a pie si así le apetecía.
La siguiente noticia estampada en su rostro colmo su humor; cosa que no hubiese pasado si el conductor no hubiese ejecutado esa maniobra suicida que agitó a la gigantesca ballena metálica y provocó que chocase contra el hombre de negocios que leía atento el periódico frente suyo:
“Y las personalidades famosas no se salvan de este tipo de escándalos.
Actrices, deportistas, cantantes y hasta políticos han tenido grandes líos por no hacer sus pagos como deben, o simplemente por no pagar…”
Cómo odiaba que se lo restregasen en cara; especialmente de forma literal.
No era su culpa que sus excéntricos y bonachones jefes siempre le asignaran casos sin importancia, como el de una panadería o una tienda de electrodomésticos… un salto suicida o un robo en un oscuro callejón.
Como cualquier humano, estaba harto de la misma rutina. No era fanático del exhibicionismo y el escándalo; pero amaba resaltar. Era por eso, que aunque el trabajo fuese mínimo siempre lo realizaba a la perfección: Determinando, recaudando y controlando los tributos internos; Esperando pacientemente a que el momento llegara, y que la luz por fin apareciese.
Se bajo en la siguiente parada, maldiciendo entre dientes a la bestia del volante y tarareando la canción de esa mañana.
Entrando al Café y pidiendo el mismo desayuno de siempre.
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