El repique de la lluvia contra la ventana lo mantenía despierto; y aunque prefería ver como las gotas chocaban y resbalaban en el vidrio era muy perezoso como para voltearse y mirar hacia la ventana que daba al jardín… Una pequeña cinta de -Mother Goose- había sido su fiel acompañante desde que había regresado de aquel escenario, y esta ya llevaba una hora trabada en el mismo relato:
Mother, she killed me.
Father, he ate me.
Sister gathered all my bones in some cloth to keep me close.
And bury me under the Pine Tree.
Aunque hiciera un buen clima para arreglarse, espolvorearse y salir a un lugar más calido a pasarla bien, curiosamente gozaba de estar enclaustrado en el ático, de la fría y solitaria casa, penando por el pseudo luto que se había impuesto. Le parecía lo más razonable para todos.
Al menos así simularía un poco.
Al menos así todos pensarían que el también estaba afectado y dejarían de consolarlo; de aliviarlo con frases calidas y vacías, de abrazarlo de manera forzada y sofocante y de regalarle ramilletes negros.
Después de todo, a él también debería de dolerle ¿No?
Si bien era el menos afectado de los cuatro; el funeral de horas atrás había significado para él tan poco, como la sombra que se escurría a través de la trampilla por cuarta vez.
“es una cucaracha” se decía aborrecido “Una cucaracha peluda, de cuatro patas y con cola”
Por quinta vez su cucaracha paso como un rayo por el hueco de su trampilla; escapándose axial del ojo gris que la espiaba sin ánimos.
Cuatro patas pronto se volvieron seis, para finalmente convertirse en dos que se escucharon desde la entrada. Su cuerpo, aun más adormecido que él, le obligo a levantarse y forzosamente lo arrastraba para ver quien se paseaba por ahí.
El teléfono volvió a sonar
¿Qué no se había dormido aún?
Quería cerrar los ojos de una buena vez, entrar a un paradisíaco sueño y alejarse de todo ese aburrimiento, de la melancolía ajena y de las continuas llamadas de Ethan para que salieran a hablar un rato.
¿Hablar? Hablar de que, si no había nada de que hablar.
“Solo cerro los ojos” recordó haber dicho “No es gran cosa”
Asomo la cabeza por la trampilla para ver por el oscuro pasillo; ahora ni su cucaracha daba rastro.
Un trueno retumbo e hizo que todo vibrara, tampoco pareció importarle.
“¿Ethan?” llamo con un bostezo.
“¿Adam?” esta vez, aunque no lo quisiera, proyecto bien la voz. Aunque fue inútil.
“¿...Abuelo?” Dio un último intento; aunque estaba seguro de que este mencionado no iba a aparecer.
Si no había dado la cara cuando su madre había muerto; mucho menos se iba a aparecer cuando la nueva también había expirado. A este paso no lo vería en otros diez años más, y eso para Argentine estaba bien.
Emitió un pequeño gruñido auto regañándose; pues su cuerpo había actuado sin permiso y lo había hecho perder tiempo. Cuando por fin se dispuso a volver a su pequeño espacio en donde tocaba la luz vio que este ya estaba ocupado: Por una pequeña bola blanca, la cual creía y se encogía continuamente. Vio las dos orejas alzarse y el dúo de ojos esmeralda voltear a verle.
Casi estaba seguro de haber visto al gato sonreír; y, se debía estar volviendo loco, pues la manera en que este se desperezaba era entre seductora y despreocupada.
bSu miau retumbo no solo en el ático sino en toda la caza; y casi en el acto la trampilla que daba a su escondite se abrió.
La melena rubia se agito quitándose los polvos de encima y maldijo a las telas de araña que lo habían ensuciado. Levanto la mirada se encontró con el joven de ojos grises que no había tenido modales en recibirlo; y claro, con la gata Lilith. O al menos así estaba escrito el nombre en su correa.
miércoles, 21 de enero de 2009
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