miércoles, 21 de enero de 2009

What breaks Routine.

“La lluvia tiene un vago secreto a ternura” Apago el televisor y la frase murio alli. Se apresuro a tomar las llaves y correr hasta la puerta; ya estaba tarde.
“No debes confiarte en tus costumbres” parafraseo con una voz chillona imitando a Marianne; tal y como ella lo hubiera hecho si hubiese estado alli. ¿Pero que más podia hacer alguien que se despierta a las 6 de la tarde y va a la cama a las 4 de mañana?
Siempre le parecieron inútiles los despertadores.

Pateo la puerta con apuro que casi le dio tiempo para reaccionar y atraparlo en sus brazos.
Estaba empapado y apestaba a alcohol y tristeza.
Como un cachorro abandonado.
Tuvo que pensarlo dos veces, pues era capaz de echarlo a un lado de la puerta para seguir su camino; pero termino por convencerlo cuando Argentine balbuceo torpemente “Seto”
El pelinegro sonrio casi con pena “pequeña putita” gruño y lo arrastro hacia el sofa, donde lo arrojo sin cuidado alguno. La verdad esperaba que el golpe lo despertara, pero Argentine seguia tan tieso como un tronco.
Miro nuevamente el reloj, y apreto los dientes con rabia: Definitivamente ya estaba tarde, y su ‘día’ estaba completamente arruinado; lo peor de todo es que le tocaria desvelarse esperando que Argentine despertara.
Seth lo miro con melancolia para despues limpiarle el rostro de los mechones y las gotas de agua que estorbaban. Realmente parecia un pobre animal abandonado a su suerte.
“¿Realmente vale la pena?” le pregunto sabiendo que Argentine no responderia, no es que le interesase; Si Argentine llegaba a suicidarse por culpa de una escoria como Rosefield le valia muy poco, aunque muy pero muy en el fondo, si le doleria. O almenos podria disimularlo de la mejor manera: Ya se habia acostumbrado al caprichoso rubio.

Suspiro rendido y se hecho al suelo.
El trueno junto con los relámpagos hicieron que todo en la casa y su alrededor retumbaran como un terremoto. Pero a Seth parecia no importarle. Le gustaban las tormentas, siempre eran interesantes. Y golpe de la lluvia contra las ventanas le traia un aire de relajación indiscutible; casi, como cuando Marianne les cantaba…
“Arshes” le escucho balbucear con miedo y pena, lo vio revolcarse y torcer en muecas de pena.
Volvio a acariciarle la caeza y termino por atraerlo hacia el. Calentandolo con su cuerpo y dando un largo y aborrecido suspiro, el cual se desemboco en la nuca del ojigris, lo cual le hizo despertar.
“¿Arshes?”
“ya quisieras”
Se asusto por tener al joven japones tan cerca; pero por otra parte le agradaba el calor que su cuerpo emitia, y su perfume… era tan exquisito como el de quien queria olvidarse.
“Seth”
“Seto”
“No te gusta que te llamen asi”
“Me llamaste Seto cuando viniste a parar aca, asi que llamame asi”
“Seto… Seth” corriogio Argentine mordiendose la lengua; era una costumbre “Tocame”
“No”
“¡Besme!”
“Sabes que no hare eso; no me importa cuan desesperado estes. No me atrevere a tocarte” le palpando sus mejillas con la yema de los dedos y calentando con las manos por debajo de la camisa.
“¡Entonces matalo! Pon le fin a mi sufriemiento; eso si puedes ahcer. Te pagare, y no sera por mi. Sera un negocio más. Eres bueno en eso, ¡asi que matalo!”
El pelinegro río y se aguanto las ganas golpearlo hasta dejarlo inconciente nuevamente. En su defecto mordio el cuello para mandarlo a callar, y cuando sintio las afiladas uñas clavarse en su espalda le susurro de manera seria y fria al oido.
“Si lo mato sera caro. Si lo mato, no podras contigo mismo y no atreverias a mirarme a la cara. Terminarias matandote para ir junto a el. Porque lo amas Argentine. Tu lo amas, pedazo de estupido.”

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